viernes, 3 de septiembre de 2010



Renovación de las instalaciones en el Centro Cultural Universitario de la UNAM.


Por Armando Carranco


“Nunca tuvimos duda de que los edificios tenían que ser de concreto” afirma contundente el Arq. Orso Núñez Ruiz - Velasco, autor del proyecto original del Centro Cultural Universitario de la UNAM. “Los edificios tenían que ser como unas enormes piedras que emergían de la irregularidad de la roca. Tenían que ser como una especie de grandes rocas también, de ahí que decidimos que unos volúmenes quebrados de concreto con texturas muy intensas eran el lenguaje correcto para integrarse a un paisaje muy particular”. Era el año de 1976 y el primer proyecto del conjunto que inició su etapa de diseño fue la Sala Nezahualcóyotl, sede de la Orquesta Filarmónica de la UNAM. Trabajando bajo un ambicioso Plan Maestro que incluía cinco recintos más, el Arq. Núñez coordinó un gran equipo de trabajo desde la Dirección General de Obras de la UNAM, entonces dirigida por el entusiasta Ingeniero Francisco de Pablo. “El Ing. De Pablo nos permitió una libertad de diseño increíble, que sumada a la asesoría de los mejores expertos de la época, resultó en un proyecto muy fructífero. Recuerdo especialmente las aportaciones de los Maestros Jorge Velazco y Eduardo Mata. De hecho fue el Maestro Eduardo Mata quien propuso el partido arquitectónico de la Sala Nezahualcóyotl. La ayuda de ambos fue invaluable”.

Hacia 1980, el resto de los edificios que conforman la primera etapa del Plan Maestro estaban terminados. Clementina Díaz y de Ovando describió el resultado mejor que nadie: Destaca todo el conjunto como una expresión vigorosa que se integra al paisaje. Y la naturaleza de los materiales empleados responde con su reciedumbre a la fuerza del sedimento volcánico sobre el cual se levanta; por la mano del hombre, esta fuerza se ha geometrizado en armoniosos volúmenes y nobles espacios internos; en ellos se albergan múltiples aspiraciones espirituales de nuestra Universidad.
33 años después.
El Centro Cultural Universitario ha sido desde su apertura uno de los espacios más vivos y dinámicos de la Ciudad Universitaria. Miles de funciones anuales en todos sus recintos, miles de visitantes, diversos directores y administraciones habían pasado; y no obstante haber recibido un buen mantenimiento durante más de tres décadas, los edificios mostraban las inevitables huellas del desgaste natural del uso intenso, además de que necesitaban actualizarse a las nuevas tecnologías de servicio y puesta en escena.
Así, en 2005 regresaba a México, tras 15 años de residencia artística en Berlín, la actriz, bailarina y ex agregada cultural Liliana Saldaña para dirigir la Coordinación de Recintos Culturales.  Una vez instalada en el puesto hizo diversos recorridos por los edificios constatando la problemática del mantenimiento y la edad de los inmuebles, así como la obsolescencia en ciertos aspectos técnicos. De esta manera, en 2006 se inició un plan de renovación muy detallado. Se revisó hasta el último rincón del conjunto, espacio por espacio y se detectaron todas las fallas, carencias, cambios al proyecto original, adiciones posteriores mal logradas, así como las situaciones naturales que el paso del tiempo había deteriorado. “Hicimos un censo como de año y medio entre administradores, bailarines, actores, músicos, personal de intendencia y por supuesto, con el público asistente. Obtuvimos datos muy valiosos que son los que generaron el proyecto” comenta Liliana Saldaña. Las respuestas fueron reveladoras: el mayor porcentaje de asistentes a los conciertos supera los 60 años de edad, los baños no eran suficientes, no había muchas facilidades para gente en silla de ruedas o mamás con carriolas, se rentaban equipos de sonido externamente para cumplir con los requerimientos de los diversos espectáculos a costos muy altos, había mucha desarmonía en los acabados debido a los constantes cambios a lo largo de los años, altos consumos de energía eléctrica por usar lámparas con especificaciones muy antiguas, los tableros eléctricos presentaban cableados y circuitos no identificados, entre otras anomalías.


Las soluciones y las ideas.
El siguiente paso fue desarrollar un ambicioso proyecto de renovación y actualización de todos los “teatros” (como ellos les llaman) del Centro Cultural. Vinieron meses de trabajo muy intenso, donde destaca la participación del Ing. Nicolás Peláez, coordinador técnico de la propia Coordinación de Recintos Culturales. “Teníamos muy detectados los problemas y empezamos a darle solución a cada uno. Solamente teníamos una restricción: no se podía cambiar, ni alterar la arquitectura ni la esencia del proyecto original”.
Al final, el gran proyecto se le presentó al Rector José Narro, quien se convenció de inmediato de asignar recursos para intervenir a la brevedad los recintos. Se inició la etapa de las licitaciones, concursos de obra, presupuestos y la delicada logística que implicaba una intervención de esta magnitud. Tras estudiar minuciosamente cada etapa de trabajo y su repercusión en el funcionamiento del Centro Cultural, se decidió cuáles eran las programaciones que se tendrían que bloquear, las modificaciones en el funcionamiento general de los espacios durante el proceso de obra, y la atención y seguridad del público visitante en todo ese tiempo, pues el Centro no cerraría totalmente sus operaciones.


Las acciones.
El 7 de diciembre de 2009, formalmente iniciaron los trabajos de renovación en varios frentes. Los tiempos eran tremendamente cortos: se tenía fecha de entrega para el día 31 de marzo de 2010, es decir, poco menos de cuatro meses y con el conjunto cultural parcialmente abierto. El slogan era: 5 espacios, 4 meses. Lo repetían todo el tiempo. “Todo se tenía que entregar funcionando y en condiciones óptimas para el público y los artistas, incluso para los trabajadores sindicalizados, con quienes no queríamos tener problemas. Durante esos meses hubo tensiones, momentos críticos, pero al final todo se resolvió”, agrega el Ing. Peláez. “Realmente fue una labor titánica, tomando en cuenta la cantidad de trabajo que tuvimos que realizar. Bellas Artes cerró muchísimo tiempo más, el Museo del Chopo cerró cuatro años. Nosotros en cuatro meses tuvimos todo terminado. La prensa estuvo pendiente todo el tiempo, reseñando diario el avance de las obras”. Con compromisos firmados, incluso con artistas extranjeros, la presión no podía ser menor. Las empresas contratadas tuvieron que trabajar en turnos nocturnos, en fines de semana, sin vacaciones ni descansos.
Sin embargo, uno de los momentos importantes fue la inclusión del Arq. Orso Núñez en el proyecto. “Orso originalmente no participó en el proyecto con nosotros. En realidad lo conocí por accidente un día, apenas iniciadas las obras, en que se metió a la Sala Nezahualcóyotl y le pregunté ¿Quién es usted, que hace aquí? -Soy el Arq. Orso Núñez-, me respondió -¿Qué están haciéndole a la sala?- No lo podía creer, me cayó del cielo” afirma entusiasmada Liliana Saldaña. “Inmediatamente hicimos click. Decidí contratarlo como asesor externo y creo que fue lo mejor que pudo habernos pasado. Con el respaldo de Orso, sabíamos que cada decisión que tomábamos era la mejor para el proyecto. Fue muy abierto a la nueva tecnología, es un arquitecto que se sabe mover con el tiempo. Al final él fue el eslabón que unió todo”. De esta manera, en una fase temprana de los trabajos de remodelación, el Arq. Orso Núñez participó en la mayoría de las decisiones y revisó todo el proyecto ejecutivo avalando cada acción, cada color, cada material, cada especificación.
Ya bajo la dirección del arquitecto, se diseñaron barandales al interior de la sala, que no existían en el proyecto original, pero que eran uno de los elementos más solicitados en las encuestas entre el público. El diseño se busco que fuera muy simple, que el barandal se perdiera visualmente entre los pasillos. También se sustituyeron todas las butacas, que bajo rigurosas pruebas de acústica, lograron que la reverberación y absorción del sonido fuera igual con la sala llena o vacía. Se colocó mármol en los vestíbulos de acceso a cada sala y se hizo un proyecto de señalización interior y exterior que unificó y diferenció cada espacio del conjunto con un atractivo diseño en colores vivos. En las áreas exteriores, se cambiaron vastas superficies de piso, unificando los acabados con solamente tres materiales: recinto, piedra braza y concreto deslavado, buscando la seguridad de los usuarios haciendo que la textura de cada piedra sirviera como elemento antiderrapante. Se hicieron más rampas cuidando que todo el Centro Cultural ofreciera las facilidades para recorrer todos los espacios en silla de ruedas o con carriolas y también se colocaron barandales.
Sin embargo, dentro de todos los trabajos de renovación destaca la intervención en la Sala Nezahualcóyotl, en el campo de la iluminación escénica y la acústica. “Sustituimos todo el sistema de iluminación al 100%. Los músicos se quejaban de que no veían y si les subíamos el nivel de luz, les molestaba. Al revisar el sistema sobre el escenario, aquello era un tendedero de cables y reflectores de todos tipos sin ningún orden”. El proyecto de iluminación desarrollado por el propio Ing. Nicolás Peláez incluyó un sistema a base de 3 aros concéntricos sobre el escenario que en términos de escenografía teatral les llaman “varas”. Así, dichas varas se electrificaron funcionando como tres sistemas independientes, motorizados para poder operarlos y posibilitar el movimiento y giros de las lámparas según el tipo de escena que se requiera: luz de trabajo (ambiental), luz escénica para usos específicos (orquesta, conferencias, solistas etc.) y luz robótica con leds para cambios de color (sea changer). El reto fue integrar los sistemas de iluminación a las condiciones acústicas de la Sala, por lo que se investigó a fondo cada especificación. “Teníamos que estar seguros de que las lámparas no emitieran ningún sonido o zumbido y que no vibraran y fuimos a la segura. Contratamos al mismo proveedor de la Filarmónica de Berlín: Electronic Theatre Controls”. Bajo un diseño por computadora en 3D, con la condicionante de tampoco tocar el plafón acústico, ETC en coordinación con Nicolás Peláez resolvieron todo el proyecto de iluminación. “Podemos asegurar que las simulaciones en computadora cumplieron en un 95% con lo esperado en la realidad”.  Con los resultados obtenidos, en las otras salas se usaron los mismos criterios de proyecto, adecuándolos a la escala de cada espacio.
La empresa Teletech de México instaló los nuevos equipos de audio e iluminación dotando a todos los “teatros” con los más altos estándares internacionales de calidad. Se instalaron consolas digitales Yamaha que eliminaron racks periféricos ya que integran todo tipo de efectos y salidas por canal. También se integraron nuevos sistemas de voceo integral y se reforzaron los sistemas electroacústicos en todas las salas. Expertos de la propia UNAM monitorearon y verificaron la acústica de cada espacio durante todo el proceso. Se sustituyó toda la instalación eléctrica, desde la subestación hasta los tableros, cambiando éstos por otros más eficientes y considerando un posible crecimiento estimado en por lo menos otros 30 años. “Se bajó el consumo en watts con respecto a lo que se tenía, sin embargo, se incrementaron los equipos casi al doble”.  .
Finalmente, el 10 de abril se dio el concierto de gala con motivo de la reapertura de la Sala Nezahualcóyotl.
“El éxito del proyecto se dio porque trabajamos cuatro años en gestarlo con detalle. Le dimos su tiempo a cada etapa y teníamos muy claro que queríamos porque sabíamos de qué carecíamos. Además nos involucramos mucho porque sabemos de teatro. Éramos gente de teatro remodelando teatros”, puntualiza Liliana Saldaña.
La limpieza del concreto. Una piel rejuvenecida.
Uno de los trabajos más destacados fue la limpieza de la totalidad de las superficies de concreto estriado de cada uno de los edificios del Centro Cultural. Solamente con cepillo de alambre, durante varios meses cuadrillas de trabajadores estuvieron minuciosamente tallando la singular textura del concreto universitario. El resultado era notable: las superficies ya terminadas contrastaban con las todavía sucias. Un gris oscuro, un poco ocre, esperaba su turno para cambiar a un gris claro que reflejaba mejor la luz del sol y de esta manera los claroscuros y contrastes de luz y sombra en la volumetría edificada eran más expresivos. “El concreto siempre fue el gran protagonista de nuestro proyecto. Recuerdo que hicimos varias muestras cambiando la dosificación de los agregados para obtener el color deseado. Fuimos muy exigentes con eso. El objetivo era que, con la ayuda del sol, se marcaran las líneas de sombra muy bien, que unas caras estuvieran en penumbra, casi negras y otra muy luminosas, casi blancas. No queríamos medios tonos. Tener varias caras en la volumetría general nos ayudaría a conseguir el efecto deseado; hasta los accesos se enmarcarían mejor, diciéndole al usuario: aquí está la entrada. Siempre tuvimos la intención de hacer una piel pétrea, sólida como el paisaje que nos rodeaba y el concreto aparente era la mejor solución”, agrega satisfecho el Arq. Orso Nuñez. Tres décadas después las rocas artificiales emergen con renovada energía del agreste suelo natural. nada puede enseñarse, todo debe aprenderse”… ¿Cuál puede ser la tarea del profesor de diseño? Asesorar al alumno y aportar su experiencia real para contribuir al éxito.


Artículo publicado en la Revista Construcción y Tecnología del Instituto Mexicano del Cemento y del Concreto A.C., IMCyC, No. 268, septiembre 2010



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