miércoles, 29 de octubre de 2014

Los arquitectos EDIFICAMOS.
Por Arq. Armando Carranco Hernández

Escribo este texto como reflexión sobre la discusión presentada en días anteriores con motivo de la revisión del Plan de Estudios 99 de la licenciatura de Arquitectura de la Facultad de Arquitectura de la UNAM respecto a la polémica sobre el nombre mas adecuado con el que la materia que el Área de Tecnología participa en el Taller de Arquitectura, que actualmente se denomina ‘Construcción’ y que algunos profesores han propuesto sea denominada ‘Edificación’, propuesta a la cual me sumo.
También quiero agregar que aunque es muy útil usar un buen diccionario en ciertos casos, no me parece lo más indicado para situaciones donde se busca algo más allá de la simple definición, sobre todo si estamos hablando de cualidades esenciales de alguna disciplina científica, técnica, social, etc. que tiene su propia teoría y lenguaje. Es el caso de la arquitectura.
Quiero abordar el tema desde dos puntos de vista, el lingüístico-etimológico y el histórico- filosófico.
Como se comentó en la discusión del Colegio Académico, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española señala que:
Construcción: (Del lat. construĕre).
1. tr. Fabricar, edificar, hacer de nueva planta una obra de arquitectura o ingeniería, un monumento o en general cualquier obra pública.
2. tr. En las antiguas escuelas de gramática, disponer las palabras latinas o griegas según el orden normal en español a fin de facilitar la traducción.
3. tr. Gram. Ordenar las palabras o unirlas entre sí con arreglo a las leyes de la gramática.
Edificar: (Del lat. aedificāre).
1. tr. Fabricar, hacer un edificio o mandarlo construir.
2. tr. Infundir en alguien sentimientos de piedad y virtud.
3. tr. Establecer, fundar. Kant edificó un sistema filosófico propio.

La conclusión en ese momento fue que la palabra ‘Construcción’ era mas adecuada para denominar el Taller en discusión porque “abarcaba un campo de acción más amplio que actualmente abordan los arquitectos”.
Sin embargo, aquí encontramos la primera disyuntiva. Si revisamos las raíces etimológicas de ambos términos nos damos cuenta de una diferencia sustancial.
En el caso de ‘Construcción’, la raíz etimológica proviene del latín construere, del mismo significado derivado de struere ‘amontonar’ con el prefijo con-. Si en lugar de este prefijo, usamos dis-, formamos destruere --destruir--, con el sentido exactamente opuesto. Si en cambio, utilizamos el prefijo in-, tenemos instruere --instruir--, lo que de alguna forma significa ‘construir interiormente’. También podemos usar el prefijo obs-, que normalmente significa ‘delante’, con la idea de obstáculo, y formar obstruere --obstruir--, o sea, ‘amontonar para impedir el paso’.
El vocablo original struere, mencionado arriba, se originó en la raíz indoeuropea stru-, a partir de la cual se formaron otros vocablos del latín y, consecuentemente, de nuestra lengua, tales como industria, estructura e instrumento.
En el caso de la palabra ‘Edificación’, deriva de Edificio, del indoeuropeo æde –fuego-- y del latín facere –hacer-- que quiere decir hacer el fuego, lo que no debe extrañar cuando se sigue diciendo hogar a la vivienda.[1]
Desde el punto de vista etimológico está claro que ‘Edificar’ es más apropiado pues alude a una condición esencial del hacer arquitectónico: la habitabilidad. Fin último del arquitecto de acuerdo a lo expresado por el maestro José Villagrán.[2]
Otros idiomas como el inglés o el alemán no perdieron esa acepción. Martin Heiddeger en su célebre ensayo de 1951 traducido popularmente al castellano como Construir, habitar, pensar se tituló en su original alemán como Bauen, Wohnen, Denken. El mismo Heiddeger define el sentido original del Bauen de la siguiente manera: La exhortación sobre la esencia de una cosa nos viene del lenguaje, en el supuesto de que prestemos atención a la esencia de este lenguaje. Sin embargo, mientras tanto, por el orbe de la tierra corre una desenfrenada carrera de escritos y de emisiones de lo hablado. El hombre se comporta como si fuera él el forjador y el dueño del lenguaje, cuando en realidad es el lenguaje el que es y ha sido siempre el señor del hombre. Tal vez, más que cualquier otra cosa, la inversión, llevada a cabo por el hombre, de esta relación de dominio es lo que empuja a la esencia del lenguaje a lo no hogareño. El hecho de que nos preocupemos por la corrección en el hablar está bien, sin embargo no sirve para nada mientras el lenguaje siga sirviendo únicamente como un medio para expresarnos. De entre todas las exhortaciones que nosotros, los humanos, podemos traer desde nosotros al hablar, el lenguaje es la suprema y la que en todas partes es la primera.
¿Qué significa entonces construir? La palabra del alto alemán antiguo correspondiente a construir, buan, significa habitar. Esto quiere decir: permanecer, residir. El significado propio del verbo bauen (construir), es decir, habitar, lo hemos perdido. Una huella escondida ha quedado en la palabra Nachbar (vecino). El Nachbar es el Nachgebur, el Nachgebauer, aquel que habita en la proximidad. Los verbos buri, büren, beuren, beuron significan todos el habitar, el hábitat.[3]
Sin embargo, no confundamos aquí el sentido de la traducción imprecisa de buan por construir, pues es una traducción actual que como sabemos hemos utilizado en castellano construir y edificar prácticamente como sinónimos de manera imprecisa.
En el caso del idioma inglés también es muy claro el uso de edificar—to build-- como actividad propia del arquitecto en lugar de construir –to construct--. Edifico se traduce como building y el verbo es to build, nunca to construct y la palabra deriva también del alto alemán buan. La nueva plataforma de diseño por computadora propia de la arquitectura que está desplazando los sistemas CAD anteriores se denomina BIM –Building Information Model-- . El mismo texto de Heiddeger anteriormente citado se tradujo como Building, Dwelling, Thinking. NO Constructing, Dwelling, Thinking.
Aquí cabe detenerse a pensar en el aspecto histórico-filosófico de la palabra en cuestión. Revisando tres obras clave de la literatura teórica de la Arquitectura encontramos  que Vitrubio en su De Architectura Libri Decem en el Capítulo III  De las partes en que se divide la Architectura en su original en latín dice que:
Las partes de la Architectura son tres:
  • Aedificatio: Edificación     
  • Gnomónica: Gnomónica (uso de relojes solares y de agua)       
  • Machinatio: Maquinaria
Es decir, lo que hemos traducido y ahora usamos cotidianamente como construcción en su lengua original siempre fue edificación.
Por esta razón León Battista Alberti, casi 1500 años después de Vitrubio decidió titular a su tratado como De Re Aedificatoria en lugar del De Architectura vitrubiano, pues siempre consideró que usar la palabra architectura entonces era impreciso pues esa disciplina implicaba intervenir otros géneros constructivos además de los edificios. Alberti es el primero en definir el campo de acción del arquitecto actual. En la traducción al castellano del De Architectura vitrubiano de José Ortiz y Sanz de 1795 en una nota al pie se menciona que …Baxo el nombre de Architectura se comprende también la militar y la naval. Vitrubio solo trata de la civil y algo de la militar, que eran las que regularmente entonces irían unidas. Hoy están separadas y los Architectos militares suelen llamarse Ingenieros.[4] Incluso en el Libro Décimo Vitrubio nos describe como construir ballestas, catapultas, tortugas para llenar fosos y otros artefactos que Alberti consideró que no eran parte del campo de acción de los arquitectos ya en tiempos del Renacimiento italiano. También es de sobra conocido la actitud de rechazo que Alberti manifestó sobre la obra de Vitrubio en varios aspectos, como cuando llegó a decir de él que …escribió de una manera tan poco elegante que los latinos le acusarían de haber querido pasar por griego, y los griegos de haber hablado en latín, pero en realidad no se mostró latino o griego, ni, ciertamente escribió para nosotros, ya que no lo entendemos.[5]
El título del Tratado de Alberti es mas que elocuente: De Re Aedificatoria, De Edificación.[6]
La traducción que hizo en 1552 Francisco de Villalpando del Tratado de Sebastián Serlio, del toscano al castellano utiliza solamente la palabra edificar, edificio y edificación. Nunca construcción.[7]
Sin embargo, ¿Cuándo empezamos a usar cotidianamente ‘construcción’ en castellano como actividad propia del arquitecto, dejando de lado el ‘edificar’? Walter Benjamin nos da una pista cuando afirma que el lenguaje en la modernidad ha llegado a su tercera etapa a la que llama el lenguaje humano, donde ha sido desprovisto de su simbolismo original y de su esencia. Aparece la convención porque el hombre ha separado la esencia de la cosa. Por eso, las sociedades modernas explican lo “que quiso decir” el sujeto y “lo que quiso decir de lo que dijo” y así hasta el infinito. Es el pecado original del lenguaje.[8]
Espero estas líneas sirvan para reflexionar sobre la discusión.






[1] Dicccionario Etimológico de la Lengua Castellana, 1ª edición Editorial Gredós, Madrid, 1961
[2] Villagrán García José, Estructura Teórica del Programa Arquitectónico, edición del autor, México 1963.
[3] Heiddeger, Martin, Construir, habitar, pensar. Editorial Paidós, Barcelona, 1994.
[4] Vitrubio, Los diez libros de Arquitectura, trad. José Ortiz y Sanz de 1795, Editorial Akal, Madrid 2008
[5] Agustín Blánquez en la introducción de Los diez libros de arquitectura de Vitruvio, Barcelona, Editorial Iberia, 1991, p. 15.
[6] Alberti, Leonis Baptistae, De RE Aedificatoria Libri Decem, Florencia 1452.
[7] Tercero y Quarto Libro de Architectura de Sebastián Serlio Boloñes, Edición facsimilar a cargo del Dr José Antonio Terán Bonilla, Secretaría de Cultura Gobierno del Estado de Puebla, Puebla 2006.
[8] Benjamin, Walter. Sobre el Lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos en Para una crítica de la violencia y otros ensayos, Editorial Taurus, Barcelona, 1998.

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